lunes, 27 de agosto de 2007

Si es infiel: ¡cuidado con el móvil! (de Elpais.com)

Cuidado: no olvide nunca su móvil en casa o en la oficina. No porque vaya a recibir una llamada importante o un aviso de vida o muerte. Mucho peor aún: su pareja podría probar por fin que le es infiel. Como la estadística es la más frívola de las ciencias, permítaseme citar una de dudosa verosimilitud pero muy a tono con el título de este artículo: un estudio realizado en Italia certificaba que en 9 de cada 10 infidelidades estaba la telefonía móvil de por medio. Y si extrapolamos los datos del peligro del telefonino (en Italia lo llaman así, como a un pariente entrañable) al resto del mundo, podemos estar ante el comienzo de una verdadera pandemia de rupturas sentimentales y divorcios, sobre todo si se tiene en cuenta que la mitad de la población mundial dispondrá ya de un móvil cuando acabe 2007.

El informe fue encargado por Tomponzi Investigation, una firma de detectives italiana especializada en destapar infidelidades, que tal vez para purgar el daño que ha causado en decenas de parejas rotas ofrecía de forma altruista algunas reglas de oro para no ser pillado. La más obvia era la de borrar inmediatamente todos los mensajes y el registro de llamadas recibidas. La más original, la de aprender a fingir una conversación de trabajo cuando el amante o la amante nos llama por sorpresa con nuestra pareja oficial de cuerpo presente.
Pero si en la cuna de Romeo y de Julieta el móvil empieza a ser un quebradero de cabeza para muchas parejas (nótese la gracieta que encierra la cursiva), en China puede alcanzar niveles catastróficos. Se trata simplemente de una pura cuestión numérica. En el país de los mandarines hay más de 400 millones de enganchados al móvil. Por eso no es de extrañar que el shouji (móvil en chino) deje notar allí más que en ningún lado sus efectos perniciosos para la estabilidad conyugal. Hace unos años, una película local titulada El móvil provocó más peleas matrimoniales que un Mundial de fútbol. La obra abordaba en clave de comedia las infidelidades de un presentador de televisión al que, pese a su pericia, los mensajes y las llamadas continuas de sus amantes le acaban delatando. El filme desató una verdadera pasión nacional por controlar lo que llegaba a los móviles de las respectivas medias naranjas y las consiguientes disputas. La más grave fue protagonizada por un marido en la ciudad de Tianjin, que golpeó con el terminal a su mujer, que tuvo que ser hospitalizada, por la insistencia de ésta en espiarle los mensajes.

En el patio nacional, las revistas llamadas femeninas se hacen cada vez más eco del fenómeno y empiezan a incluir casi como una sección fija consejos para ligar por el móvil o "cómo pillar a tu marido con el SMS en la masa". Pero ojo con los consejos. Algunos pueden volverse en su contra, como el de borrar los mensajes o los registros de llamadas. ¿No despierta las mayores sospechas que el móvil de la pareja siempre esté vacío?
La criptomovilogía aún está dando sus primeros pasos, pero ya hay ciertas reglas básicas para los iniciados. Una de las más trascendentales para evitar meter la pata pero pocas veces puesta en práctica es que nunca hay que crear SMS "nuevos" para el amante, sino pinchar en uno que haya enviado previamente el apaño y elegir la opción "responder". Se evita así el error fatal de remitir el SMS a un destinatario equivocado, que casi siempre resulta ser la esposa o el marido.

Las compañías de móviles también se han dado cuenta de que los cuernos celulares no sólo no tienen los efectos perniciosos de las antenas, sino que pueden ser un buen filón de negocio. No se entiende de otra manera que hayan lanzado los llamados servicios de localización. Por una pequeña cantidad mensual, cualquiera puede localizar en cualquier momento el lugar donde se encuentra la persona elegida siempre que ésta tenga encendido el móvil. De forma que el recurrido "estoy en la oficina acabando un trabajo urgente. Llegaré tarde. No me esperes despierta, cariño" tiene los días contados. Mensajito al servicio Localízame de Movistar, y sale: "Manolo está en Sitges, en el paseo marítimo. Precisión + / - 50 metros". Y la parienta que lo lee airada, remite un SMS a su querido esposo: "Manolo, o tu empresa se ha mudado hoy de Barcelona a Sitges, o ésta es una petición de divorcio, pedazo de capullo".

Por eso, la opción preferida por los adúlteros sigue siendo la de tener un móvil alternativo al oficial, con tarjeta de prepago, por supuesto, y cuyo número e incluso su existencia sea un secreto celosamente guardado salvo para el affaire. La primera pega es que hay que llevarlo siempre encima, porque si se olvida alguna vez encima de la cómoda no habrá otra oportunidad. La segunda es que en el hogar hay que utilizarlo a escondidas, y tantas visitas al baño, sin patologías oficialmente reconocidas en la vejiga, serían delatoras.
¡Ah!, y no sea iluso. Apelar a la confianza mutua de la pareja no es solución. El pitidito de aviso del SMS despierta siempre desconfianza. Y los amantes no tienen ningún rubor en pillar en un descuido el móvil ajeno para comprobar si hay delito. Una encuesta del diario británico The Independent revelaba que el 72% de las mujeres casadas no tenían reparo moral en espiar los SMS de las parejas, y el 34% lo hacía, efectivamente.
Los españoles hablamos por el móvil una media de 25 horas al año y mandamos casi 300 SMS (Informe de la Comisión del Mercado de Telecomunicaciones 2006). Si tenemos en cuenta que hacemos el amor unas 72 veces al año (Informe Durex 2007), a 15 minutos de media por relación: 18 horas. Sí, en efecto, hablamos más por el móvil que lo otro. Así que, con la venia de las autoridades eclesiásticas y de las operadoras de telefonía, me permito un consejo: más acción y menos mensajitos, señores amantes.

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