martes, 30 de octubre de 2007

MADRID, CAPITAL DE ....

SOBRE HÉROES Y TUMBAS (CAUSALIDAD Y CASUALIDAD)

Estoy harto de oír en tertulias televisivas y radiofónicas hablar del chico argentino que no ayudó a la ecuatoriana agredida y de leer que le pesará la culpa el resto de su vida. Da la casualidad (sí, por suerte, existe el azar...) que en Valencia murió un joven por intermediar en una pelea. Le consideramos un ciudadano ejemplar, un héroe, pero tal vez sus familiares y amigos preferirían que le tildaran de cobarde y siguiera con ellos.

Señores (y señoras) no seamos demagogos, culpemos al agresor (que sigue campando a sus anchas por las calles, nen) y no a un muchacho cuyo delito fue ver algo que no debería haberse producido. Es lo que tienen los condicionantes y la causalidad (cada causa tiene su efecto): Si uno se porta correctamente, el otro no tiene que actuar.

Plantéense qué habrían hecho ustedes. Si son tan valientes y cívicos, ¿por qué no empiezan por ser menos intolerantes en el coche, irrespetuosos en el transporte público e impacientes en las colas de los establecimientos? Pero claro, eso es otra historia, ¿no?


PD. “Sobre héroes y tumbas” es el título de una obra de Ernesto Sábato, aunque yo os recomiendo fervientemente “El Túnel” donde el prota mata a su amada; No, no os estoy desvelando el final, lo cuenta desde el principio del libro y probablemente la “historia” que cuenta Sábato tenga mucho que ver con esta “pequeña historia” que se vivió en un tren de Barcelona. Dos hombres y una mujer. No es el casino, pero hay muchas combinaciones para hacer juego, el bien y el mal.

LA BELLA BELLEZA

Nancy Etcoff dijo en una ocasión: “Nada duele tanto como la belleza”. Una de dos, o era muy muy guapa, o era feisisisima, porque yo no estoy nada de acuerdo con esa expresión. Si hay algo que cure es la belleza (¿medicinas, hospitales, médicos? ¡Bobadas!); Ver una cara bonita y/o un cuerpo precioso mejora el estado anímico y físico de cualquier ser mortal (y de algún inmortal).

Tal vez tus ojos no sean especialmente bonitos, pero tu mirada es arrebatadora.

Estoy seguro de que no te ves todo lo delgada que te gustaría y también lo estoy de que desconoces la sensualidad de tu voluptuosidad.

Seguramente tus piernas no son kilométricas; Sin embargo, el porte y estilo de tu caminar hacen girar todas las cabezas.

Es probable que tu boca no sea la de Angelina Jolie, aunque probablemente tu sonrisa cause lipotimias y enamoramientos.

No te miento, si quieres sentirte bella (o más bella), tráeme tu belleza. La tienes. La tendrás.

Ese chico (Rosa Montero)

Ese chico no se me va de la cabeza. Hablo del muchacho que presenció sin hacer nada la agresión de la adolescente ecuatoriana en el tren. Hemos visto una y otra vez la espeluznante escena y verificado su pasividad, la bochornosa y patética manera en que se esforzaba en mirar para otro lado. Y digo bochornosa porque, al verlo, sentías vergüenza ajena y piedad por él; y también la enorme inquietud de preguntarte qué habrías hecho tú en su lugar. Ese chico es otra víctima del energúmeno. En su miedo paralizador es probable que influya su condición de inmigrante. Él mismo ha declarado que estos ataques racistas son bastante comunes, y eso va creando un sentimiento de inseguridad, de fragilidad. Va comiéndote por dentro y haciéndote más vulnerable a la intimidación, más entregado a la derrota. A la propia humillación de tu cobardía. Pero es que, además, sin duda era peligroso enfrentarse a ese tipo (yo tampoco entiendo por qué el juez no encarceló a alguien tan feroz). Es peligroso oponerse a los violentos, de ahí el mérito de quienes lo hacen. Por una de esas elocuentes coincidencias del azar, el vídeo del ataque en el tren se hizo público al mismo tiempo que la historia de Daniel Oliver, el héroe de 23 años que murió de un golpe por socorrer a una chica. He aquí otro caso estremecedor que vuelve a picotearte las entrañas: ¿serías capaz de actuar como Daniel? Esa duda es inherente a la condición humana, la duda de los propios límites, la incertidumbre sobre el fondo más extremo de uno mismo: allí, en lo más hondo, ¿qué pesará más, el miedo o la propia dignidad? ¿Habrías escondido a un judío en la Alemania de Hitler? Ojalá la vida no nos ponga en una de esas situaciones límite, porque podemos reaccionar como el chico del tren. Y no sé si el pobre será capaz de superarlo.

FOTOS EN BLANCO Y NEGRO (SÍ, MENOS UNA)

lunes, 29 de octubre de 2007

viernes, 26 de octubre de 2007

CHES

NO ME REFIERO A LOS VALENCIANOS AL DECIR CHES (ni siquiera a mi querido ajedrez), sino al Che Guevara y al nuevo Che. Más fashion, menos pelo, más barba, menos boina, más cresta, menos ideología, más bondad; Eso sí, la misma mirada... el mismo mito (o no).

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