martes, 21 de noviembre de 2006

“ni puto caso”

¿Es posible que un profesor sea más aburrido que un periódico? ¿Es de mala educación no atender en clase por estar leyendo o escribiendo algo interesante? ¿Pueden obligarte l@s profes a escuchar sus divagaciones psíquicas-físicas-cuánticas? Todas estas preguntas y muchas más podría contestarlas si fuera a clase de Derecho de la Información, pero, claro...no puedo porque he de asistir a otra clase y nos “obligan” a firmar una asistencia mínima del 66% para aprobar (en 5º curso de carrera, válgame Dios).

El sujeto en cuestión (no merece publicidad, ni buena ni mala) se enojó al verme leer un periódico (a mí, que apenas lo hago, fijaos cómo será la clase...) y bramó porque no le atendía. Debe creer que el resto de alumnos le escuchan –cuando en realidad están pensando qué peli ver por la tarde o en el “enamoramiento” de ayer-, y se fue creciendo hasta el punto de ponernos un ejemplo: “Es como si vienes a mi despacho a preguntarme algo y no te hago ni puto caso”.

En ese momento, estuve cerca de saltar (pero no soy tan maleducado como se cree) y responderle que justamente eso fue lo que ocurrió el día que acudí a su tutoría y le pedí que me enviara, vía mail, una investigación sobre suicidios. Aún estoy esperando (hace un mes), casi desesperando, pero jamás le diré que no me presta atención, porque por suerte (o desgracia), aún nos quedan algunas libertades, aunque parece que todavía queda gente que quiere controlarnos desde la atención hasta el pensamiento.

Lo mejor de todo fue el final de la “trifulca”. El personaje, en sí mismo –cinturón negro con zapatos marrones...todo un fashion victim-, se disculpa ante la clase por la interrupción y por nuestro “calentón” (cuando sólo había hablado él, yo simplemente asentía y miraba con cara de asombro [con el móvil en la mano, menos mal que no lo vio]), diciendo que los lunes se levantaba de mal humor. Esa fue su explicación... Yo cerré el periódico y comencé a escribir un borrador de este artículo; Mientras, él pensaría que tomaba apuntes de lo que decía. No te confundas “profe”: yo, al igual que la mayoría de mis compañeros, no te hacemos NI PUTO CASO.

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