miércoles, 23 de mayo de 2007

Perdedores (de Juan Cruz)

A los chicos les tendrían que enseñar en la escuela a perder, y a perderse. No es lo mismo perder que estar perdido, como comprobaba Cela hablando de otra cosa. La gente cree que perder es un fracaso; no aprendieron a perder. Oteiza me dijo un día: "No pienso manchar mi hoja de fracasos con un triunfo de mierda". Perderse es buscar otro derrotero; hay gente perversa que insinúa que eso es malo. Perderse es maravilloso. Ahora, estar perdido -por imitar el lenguaje de Cela- es muchísimo más jodido.

Hemos perdido de todo, y nos hemos perdido. Y a veces estamos perdidos; pero existe el día siguiente. Ahora Iberia ha sacado a subasta los millones de objetos que la gente se ha dejado perdidos en los aviones. Esas son pérdidas veniales. Cualquiera que viaje un poco habrá perdido centenares de objetos en los distintos medios de transporte, y todos los que han perdido algo saben que la Oficina de Objetos Perdidos es una oficina, no un milagro. Esas oficinas siempre están a trasmano, de modo que uno se pierde buscándolas. Y, además, las cosas se suceden unas a otras, no son como la gente. Lo que hace Iberia ahora es recuperar una nostalgia que duró minutos: dónde estará mi viejo móvil, qué habrá sido de aquel ordenador o de aquel juguete viejo que viajaba con el niño. El niño ya tiene otro juguete, tenemos otro móvil, un nuevo ordenador viaja con nosotros.

Neruda tenía un verso para quitarle importancia a las cosas que se rompen, o que se pierden. "Las cosas rotas, las cosas que nadie rompe, pero se rompieron". Buscar lo que uno ha perdido tiene la virtud de la reparación, pero perder las cosas del todo crea primero un vacío, pero en seguida se convierte en la antesala de una novedad. Lo más grave no es perder, sino no recordar dónde hemos dejado las cosas, porque en la ignorancia del destino de lo perdido sí nos quedamos nosotros. Nos tendrían que haber enseñado a perder, y a perdernos. Perder es bueno para que la mirada y la humildad se junten en un punto fijo. ¿Perder cosas? Bah, lo que pesa no vale casi nada.

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