Las faltas de ortografía, decíamos en la última columna, ensucian el mejor texto y generan cuando nos las afean una irremediable vergüenza. El caso que traigo a colación esta semana, aunque se basa en dos faltas de ortografía "increíbles" según un lector, tiene algunas peculiaridades que lo hacen especial y puede servir para iluminar nuestros métodos de trabajo. A veces, como es el caso, nos equivocamos queriendo acertar, y por respetar la libertad de los colaboradores contribuimos al yerro. Además, puestos a ir un poco más lejos, el error desvela lo que opinamos sobre los sujetos de la sátira.
La historia es la siguiente. Antonio Jiménez Molinos, de Utrera (Sevilla), escribió al Defensor para elogiar la columna de Antonio Martínez y mostrar su asombro por la viñeta que la ilustraba. "Todos los domingos, lo primero que leo del suplemento de EL PAÍS Domingo es la columna de Antonio Martínez, El enredo. Me parece magnífica y con un sentido del humor muy inteligente. Hoy, 4 de marzo, reconozco que he tenido que leerlo dos veces, y muy despacio, y al final no le he cogido 'el punto'. Debo tener el día tonto. Pero lo cierto es que no llego a entender por qué la viñeta que acompaña al artículo (firmada por Matt) dice textualmente 'Los ovispos elejirán a los profesores de religión'. La negrilla es mía. Pensaba que estaba relacionado con el contenido del artículo Almas puras, sobre la controversia creada porque los obispos eligen a los profesores de religión en las escuelas públicas y el Estado corre con los gastos (sueldos e indemnizaciones por despidos improcedentes)". "Pero no. Es, sencilla y desgraciadamente, una, bueno, dos faltas de ortografía increíbles".
Arturo Posada, por su parte, escribió. "Ya sé que el asunto de las faltas de ortografía es recurrente entre las protestas de los lectores y usted ha de ser original cuando escribe. Sin embargo, me parece que debería explicarnos si los textos de las diferentes viñetas del periódico pasan por algún control. Porque no es de recibo lo que sucedió en el suplemento Domingo del 4 de marzo de 2007 (página 15, ilustración de la columna de Antonio Martínez)". Luis Matías López, con una amplia y acreditada biografía profesional, es redactor jefe del suplemento Domingo. Por sus manos, y las de otros periodistas del Domingo, pasó la viñeta. Se vieron las faltas de ortografía y se aceptaron como parte de la sátira. "Las dos faltas de ortografía se detectaron el jueves. ¿Por qué no se corrigieron o se llamó al autor? Porque eran demasiado evidentes y, para colmo, seguidas. Tratándose de obispos y educación, entendí que se habían introducido adrede y en clave irónica, no en vano se trataba de una viñeta humorística y el tema de fondo era la enseñanza. A posteriori, está claro que me pasé de listo con lo que yo creí que era una muestra de respeto hacia la libertad creadora de Matt", es decir, Carlos Matera.
El Defensor tal vez deba confesar que comprende el error porque los órganos de comunicación de los obispos segregan mala baba. Y quizá uno imagina que el ilustrador combina la intención crítica con el juego ortográfico. Sin embargo, el autor, Carlos Matera, consultado por el Defensor, confesó. "¿Ovispos? ¿En qué estaba pensando?... ¿En avispas quizá?... No entiendo, no tengo nada en contra de las avispas...". "Antes que nada pido disculpas a todos aquellos que se han sentido agraviados por mi causa. Habiendo hecho la primera comunión, mi madre tampoco entendería semejante falta. ¡Si hasta debe ser pecado! Puede que luego de esto pierda muchos lectores, pase a ser una persona non grata para la Real Academia Española y, peor aún, un hereje para la iglesia". "Después de la caricatura de Mahoma, quizá ésta haya sido la provocación más grave hecha por un humorista gráfico y, por ello, juro y prometo no volver a escribir obispo con v". "Luego de las sentidas disculpas, quiero dar gracias a Antonio Jiménez Molinos, tanto por leerme como por corregirme; a EL PAÍS por la libertad que me dio en los últimos ocho años para expresar mi humor, así, sin la mínima censura... y a 'Dios', por permitirme vivir en este siglo... En otro seguramente, por mucho menos que esto, me hubieran quemado".
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