1-Querida mía,
No es que no te haya escrito porque no te quiera, sino que no te he querido escribir. Estos tres días sin ti han sido duros, pero más lo habrán sido sin mí. No creas que te olvido, en realidad no te recuerdo. Tal vez sea malo, o quizá, en realidad bueno. Como dice el refrán, el dicho o el pensamiento chino: “El tiempo pone a todos en su sitio”. A mí, el tiempo posterior a ti (15 minutos), me situó enfrente de la mujer más bella que jamás has imaginado (yo tengo más imaginación aún). No pienses mal, sólo hubo miradas.
Al llegar al aeropuerto de Wisconsin (qué lugar tan feo, no te aconsejo que vengas), volví a cruzarme con la bella de antes. Aquí ya hubo saludos, pero por favor, no imagines lo que no es. Dio la casualidad de que ambos nos dirigíamos a la misma residencia de estudiantes y decidimos compartir el taxi (ya sabes lo tacaño que soy con los “pesetos”, con lo cual, sigue sin dudar de mí).
Cuando llegamos, dejamos las maletas en nuestras respectivas habitaciones y como hacía calor decidimos pegarnos un baño. Lo normal hubiera sido en una ducha, bañera o jacuzzi, pero nosotros pensamos que había que aprovechar la piscina desde el primer momento. Sólo hubo hechos (ahora es cuando “piensa mal y acertarás”).
Pd: Te echaré de menos, espero que Fuffy esté mejor. Besos y flores.
Respuesta: Querido mío (siempre menos querido, claro):
No me cabe ninguna duda de que “tú siempre más”. Siempre serás más cobarde. Resumes lo importante en la última frase de tu carta, aunque esta sea aquella que nunca quisiste escribir, y nunca lo hiciste, pues una lista de excusas no son ni cartas ni ná. En algo te equivocas, iré a Wisconsin sólo para poder demostrarte que jamás vería en un horrendo aeropuerto nadie más bonito que tú, por más que destacara de la fealdad generalizada, simplemente porque te quiero, aunque presiento que a partir de tu viaje no querré volvértelo a demostrar.
Sin besos pero con amor...
PD: Jamás es mucho más o mucho menos tiempo que 15 minutos. Replantéatelo.
2- Paul,
comienzo esta carta maldiciéndola enormemente por no poder contarte en persona todo lo que siento y me está ahogando por dentro. Me conoces muy bien, y sabes lo poco que me gusta escribir, pero ésta es la única manera que he encontrado para decirte todo lo que pretendo sin que tus sollozos y aunque no te lo creas, los míos, nos interrumpan y no me dejen expresar mis sentimientos.
Paul, sé que esta confesión no te llega de sorpresa, pues como bien me decías, llevo unas semanas algo rara y seca contigo, y es precisamente pro el cariño que te tengo que me he decidido a cortar por lo sano y ser clara de una vez: nuestros caminos se separan y yo asumo toda la culpa.
No sé si este país me ha cambiado o simplemente ha hecho aparecer mi verdadero yo, pero creo que ya no tenemos nada en común. Te deseo lo mejor y espero que en un futuro sepas perdonarme.
Respuesta: ¿Paul? Me temo que te has confundido bonita. Mi nombre es Gabri y no “sollozaría” por ti ni aunque fueses la última Paul@ del mundo. Al menos está bien que asumas toda la culpa y digas que eres rara y seca. Espero que ese país te cambie porque con esta descripción tuya, me están dando ganas de llorar (doy gracias al cielo de que no adjuntaras una foto a tu cornudo Paul).
Hay una frase tuya que comparto: “Nuestros caminos se separan”. Te voy a decir otra: “Que no se unan jamás”. En cuanto a lo de que sepa perdonarte, no dudes que lo haré, pero en este caso, será más fácil olvidar.
PD. Sin más y deseándote lo mejor con todos los Pauls del mundo, me despido. Besos y flores. Hasta siempre, querida.
Suscribirse a:
Enviar comentarios (Atom)
No hay comentarios:
Publicar un comentario