Nadie lo expresa en público, y muy pocos en privado, pero cada vez son más los dirigentes del PP preocupados cuando habla su presidente de honor, José María Aznar. Liberado de cualquier responsabilidad, retirado incluso del Consejo de Estado desde que le fichó como asesor el multimillonario Rupert Murdoch, Aznar ha llevado al límite su máxima de hablar "sin complejos". Dice lo que piensa, y a veces, la mayoría de las veces, va mucho más lejos de lo que los estrategas de su partido entienden como prudente.
El presidente de FAES soltó su última perla la semana pasada, al reconocer, cuatro años después, que no hay armas de destrucción masiva en Irak. Este lunes, el Comité de Dirección del PP se reunió con esas palabras aún frescas. Los dirigentes populares criticaban al PSOE por recuperar el asunto de la guerra. Pero nadie aludía a Aznar. Hasta que Carlos Aragonés, su ex jefe de Gabinete y hombre de su total confianza, reflejó una obviedad: "Lo que pasa es que Aznar se lo ha puesto en bandeja", dijo. Ninguna de las nueve personas que había allí, ni siquiera Mariano Rajoy, recogió ese guante. El ex presidente habla poco en España -aunque sus apariciones van en aumento-, pero en el extranjero, donde recibe multitud de premios de universidades deseosas de llevar a sus aulas magnas a personajes conocidos, se suelta la melena. Va de EE UU a Latinoamérica, recorre Europa, viaja a Israel. En todas partes critica la cobardía de la derecha, de Occidente, de Europa, de los intelectuales, la decadencia de la izquierda y la crisis de los valores occidentales. Y se ofrece para el combate.
En Latinoamérica, critica a la derecha "acomplejada" y muestra su voluntad de liderar un proyecto para detener "la marea populista" y el "indigenismo radical". Al ex presidente le gusta comparar cualquiera de los problemas actuales con la crisis que llevó a la II Guerra Mundial. Ese indigenismo radical, por ejemplo, fue comparado en Chile con el "nacionalismo excluyente y radical de Europa que inició los últimos conflictos del continente". La actuación del presidente del Gobierno, José Luis Rodríguez Zapatero, con ETA, le recuerda a la "política de apaciguamiento con Hitler" de Neville Chamberlain, primer ministro británico, antes de que la invasión de Polonia iniciara un conflicto que dejó 60 millones de muertos. Su presencia se multiplica. En México provocó incluso una crisis diplomática. La Cámara de Diputados pidió oficialmente que Aznar sea "reconvenido" por haberse saltado la Constitución mexicana al apoyar abiertamente la candidatura de Felipe Calderón, algo que no puede hacer un extranjero. Latinoamérica es uno de sus asuntos favoritos, pero hay otro que le inspira aún más: lo que define como "islamofascismo", esto es, el terrorismo islamista. Siempre se refiere a él con un hilo conductor, el mismo que pronunció en Washington en noviembre de 2005: "Nuestro enemigo es tan feroz que se trata de él o nosotros, de nuestra victoria o de nuestra derrota". Por eso destroza a cualquiera que defienda las medias tintas.
Esa seguridad le llevó a su perla tal vez más famosa, pronunciada en inglés, en septiembre de 2006, en Washington: "Mucha gente en el mundo islámico clama al Papa para que pida disculpas por su discurso. Yo nunca he oído a ningún musulmán pedirme a mí disculpas por haber conquistado España y haber mantenido su presencia durante ocho siglos ¡Nunca!". Ese mismo día se mostró "absoluto entusiasta" de los Reyes Católicos, que sin embargo expulsaron en 1492 a los judíos, el pueblo al que más defiende Aznar desde que dejó de ser presidente. Ha pedido que Israel se incorpore a la OTAN para evitar que Irán ataque a ese país y critica el miedo de Europa con Teherán. "¿Cómo se va a tomar en serio el Irán de los ayatolás a esos dirigentes europeos que piden perdón por unas caricaturas y a la vez quieren impedir que Irán sea una potencia nuclear?", dijo en Lisboa, otra de las capitales que utiliza habitualmente para lanzar sus titulares más impactantes.
Lo que más le gusta son las definiciones tajantes sobre la catástrofe que se cierne sobre el mundo: la Alianza de Civilizaciones es "estúpida". La OTAN, "una especie de zombi". La Unión Europea vive "una profunda crisis de valores". "El relativismo moral es una de las causas de la profunda crisis demográfica europea". Los intelectuales europeos son "condescendientes con los terroristas". "La izquierda es una fuerza reaccionaria, conservadora, ciega a la realidad". El que fuera su portavoz, Miguel Ángel Rodríguez, aseguró el viernes que "España no sólo tiene que saber quién puso las bombas sino qué grupo terrorista puso a Zapatero en La Moncloa". Aznar también se ha pronunciado en esa línea, pero él sobre todo teme por el futuro del país. En octubre de 2005 en México, ante cientos de empresarios, lo dejó claro: "Estamos en uno de los momentos más críticos de nuestra historia. En poco más de un año, el actual Gobierno ha llevado a España al borde del abismo. España corre riesgos serios de desintegración y balcanización, de volver históricamente a las andadas".
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