Los lectores son un bien escaso. Lo saben los editores, los periodistas, los escritores y cualquiera que se asome a un punto de venta con un papel impreso. La competencia de los medios gratuitos, sean impresos o electrónicos, es feroz y el comprador de periódicos es ya un cliente exigente que reclama por cada euro que paga. Y no es que tenga siempre razón, como dice el viejo eslogan comercial, sino que muchas veces demuestra un interés y una atención por la calidad del diario que deberían ser un ejemplo para quienes hacemos el periódico. Les daré varios ejemplos del correo recibido en las últimas semanas.
Andrea Ruano de Miguel se percató -algo que nadie había detectado en el diario- de que un reportaje aparecido en la sección de Madrid el pasado 8 de enero, titulado A los 89 años Carmelo no se rinde, había sido publicado, con otro título y otra firma, hace poco más de un año en la misma sección. "El reportaje original se titulaba, según compruebo en su hemeroteca virtual, El decano de los concejales, y fue escrito por Beatriz Lucas y publicado el 20 de octubre de 2005. Es decir, 15 meses antes. Siendo estrictos, el reportaje no es el mismo (es mejor el original), pero se parece demasiado, además de contar exactamente la misma historia sin aportar nada nuevo. Ante esto, una, como lectora asidua del periódico, me planteo varias cosas: o bien tienen en muy poca estima a sus lectores, a los que creen dotados de una capacidad retentiva nula o casi nula, o bien se les han agotado las ideas. O bien las dos cosas, que sería todavía peor. ¿Acaso creen que sus lectores devoran y olvidan las noticias, que pasan a engrosar el montón de papel con el que se limpian los cristales, se envuelve el pescado y se encienden barbacoas?".
Los lectores, algunos lectores, no sólo no devoran acríticamente las informaciones y opiniones que se publican, sino que subrayan lo que consideran incongruencias. Otro lector nos reprocha que en un editorial el diario considere que ETA ha roto la tregua "unilateralmente".
"Genial, no me diga, eso de romper unilateralmente. ¿Cómo es posible que una banda terrorista rompa de forma no unilateral una tregua, es decir, un cese voluntario y temporal de sus fechorías? ¿O acaso la tregua era también del Estado de derecho y una de las dos partes - la banda ETA- la rompe unilateralmente? ¿Es de la agencia ese disparate o es de sus redactores, que así quieren recalcar que "ha sido ETA" la que ha roto el "proceso de paz" (que Dios tenga en su gloria), sin el previo acuerdo del Gobierno español?". Pero los lectores no sólo nos piden que no repitamos los reportajes, que seamos más cuidadosos en el análisis de un acontecimiento tan dramático como el atentado del 30-D. Se indignan con comparaciones odiosas como la aparecida el pasado viernes en un chiste de Romeu, publicado en la sección de Gente. Decía así:
-"Salvando las distancias,ETA y PP tienen algo en común.
-¿¡Qué!?
-La cerrazón mental".
De las llamadas y correos de protesta recibidos recogeré dos. Para Jaime Otero, la publicación del chiste es "una vergüenza" para el periódico. Javier Morera considera la comparación totalmente inaceptable. "Bochorno y vergüenza ajena son los sentimientos que al menos a mí -como seguro que a muchos conciudadanos- me ha provocado". Para este lector, ETA y el PP sólo tienen una cosa en común: "que la primera ha asesinado a una larga lista de cargos y simpatizantes del segundo". La capacidad de ETA de envenenar la convivencia democrática y corromper con sus crímenes el debate político no disculpa la trivialización del horror y el asesinato.
La erradicación de la pena de muerte sigue siendo una conquista de la humanidad. Las imágenes de la ejecución de un reo repugnan la conciencia de la mayoría de los seres humanos, incluso de los partidarios de la pena de muerte. La ejecución de un tirano como Sadam Husein no ha sido una excepción. Pero hay quejas que por su singularidad trascienden el debate que han suscitado en amplios sectores de nuestros lectores las imágenes del ahorcamiento de Sadam. "Hace tres años tuve la desgracia de sufrir la trágica desaparición de un hijo con 22 años porque decidió que esta vida no le merecía la pena seguir viviéndola. Utilizó para conseguir su fin el mismo método empleado contra Sadam, pero voluntariamente, como se puede imaginar, y en el garaje de mi propia casa. Su madre y yo nos lo encontramos una tarde al llegar a casa. Le cuento todo esto para que se imagine qué sentimos unos padres que hemos vivido esa experiencia tan terrible cada vez que en un periódico o cadena de televisión se hace alguna referencia a la muerte del dictador, pero la gota que ha colmado el vaso ha sido la columna de la contraportada de El PAÍS del día 5 del señor Millás en la que se permite hablar tan crudamente de la incontinencia de esfínteres de ese tipo de muertes; soy médico y le pido a usted que le diga al señor Millás que somos muchos los padres con tragedias como la vivida por mí y que un buen periodista no es el que escribe sus artículos de una forma tan desgarradora, sino el que envía un mensaje positivo y conciliador y, sobre todo, que no haga daño a nadie al remover recuerdos terribles para los que hemos sufrido dramas como el que le he contado. Un saludo".
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