viernes, 15 de septiembre de 2006

LA VIDA SECRETA DE LAS PALABRAS DE ANTONIONI (digo... de Coixet)

Hace un par de años comenzó mi pasión por el cine, y por entonces alguien me dijo que había una película de una tal Isabel Coixet (desconocida totalmente para mí) titulada MI VIDA SIN MÍ. Fui yo solo a un cine semidesconocido (no diré nombres para que siga así) y flipé (perdón por este vocabulario pero no sé como explicarlo); me fascinó esa película, me emocioné de tal manera que durante días sólo era capaz de recordarla y recomendársela a la gente con la que hablaba. Investigué para ver qué más películas tenía esta peculiar directora y descubrí que tenía ya dos películas: A LOS QUE AMAN y COSAS QUE NUNCA TE DIJE. Vi primero la primera (y por supuesto, segundo la segunda, no podía ser de otro modo). A LOS QUE AMAN no me gustó tanto (aunque a mi primo, Pelu, mentor en esto del cine, le parece genial), pero COSAS QUE... (tiene títulos muy bonitos como dice Ro1, pero a veces largos de más). Como yo le dije a esta jefa mía tan querida (qué peloteo por Dios), también molan las frases de Groucho Marx y Woody Allen y no las usamos de título de nada (¿os imagináis esta frase de Allen de título de una peli?: “HABLAR ES EL PRECIO QUE PAGAR POR EL SEXO”. Mmm, pues tal vez iría mucho público, me plantearé mis futuros títulos. O la famosa frase de Marx: “DISCULPEN SI LES LLAMO CABALLEROS, PERO ES QUE NO LES CONOZCO MUY BIEN” o aquella que decía: “NUNCA OLVIDO UNA CARA, PERO CON LA SUYA VOY A HACER UNA EXCEPCIÓN”. No gustarían como títulos, aunque muchas tienen mucha razón y deberían valer para presentar la peli a pesar de la longitud: “LA HUMANIDAD, PARTIENDO DE LA NADA Y CON SU SÓLO ESFUERZO, HA LLEGADO A ALCANZAR LAS MÁS ALTAS COTAS DE MISERIA”. O una que me encanta de Woody Allen: “MI PSICOANALISTA ME ADVIRTIÓ QUE NO SALIERA CONTIGO, PERO ERAS TAN GUAPA QUE CAMBIÉ DE PSICOANALISTA”. No sé si valdría para título pero me parece bonita y me apetecía ponerla. Punto).

Bueno, parece que he divagado con esto de los títulos y las palabras... ¿Dónde estaba? Ah sí, hablando de LA VIDA SECRETA DE LAS PALABRAS DE ANTONIONI, digo...Coixet. Pues eso, que estaba deseando que estrenaran la nueva de Coixet a pesar del título (no voy a repetirlo). Fui el mismo día del estreno a Gran Vía 20 minutos antes para elegir sitio, ir al baño, etc, etc. Todo muy preparado y meditado. Bueno pues al final (como suele pasar con esta cosas), me defraudó bastante, no sé si fue la película en sí (lo del doblaje es algo horrible, por cierto, lo descubrí en ese preciso momento, creo que mi profesora Malena se sentirá orgullosa de mí por decirlo). También pudo ser que me senté entre medias de dos personas obesas (no tengo nada contra ellos, pero me aprisionaban en mi asiento, y encima el viejecito de la derecha roncaba y la gordita de mi izquierda que no desconectó el vibrador [del móvil, supongo]) y comenzó a sonar de repente.
Y por si fuera poco, otra impresentable que debía estar cerca, no quita ni el sonido al móvil, le llaman y se pone a hablar dentro del cine (imaginaos el papelón, Sarah Polley en el momento más triste de la peli, confesando todo, y la otra “Oye, que ahora no puedo hablar, que estoy en el cine. ¿qué? ¿viene luego Vicente? Cuéntame eso bien, de todos modos la película no mola mucho”)[1]*. Un papelón vamos, y la gente chsssss chsssssss. Qué mal, estuve a punto de irme, pero luego recordé los 6 € que había pagado (creo que ya critiqué esto en otro artículo, no volveré a hacerlo ahora, aunque más adelante...) y continué “disfrutando” de LA VIDA SECRETA DE LAS PALABRAS (¡vaya!, lo he vuelto a decir). No está mal, tiene lluvia, silencios, melancolía, tristeza, íntimos secretos, áridos microcosmos en medio de ninguna parte, personajes solitarios con el alma herida... lo típico ya en la corta pero intensa filmografía de Isabel Coixet, una de nuestras (a pesar de que graba en inglés y fuera de España) cineastas más fascinantes y personales.
No voy a contar nada más de la peli, sólo que transcurre en un lugar tan idílico como una plataforma petrolífera y que a Polley acompañan dos “cracks” como Tim Robbins y Javier Cámara. Y por si fuera poco, Leonor Watling (parecida a mi Patry[2] morena) hace una aparición estelar, bellísima, como siempre, en este caso, como nunca.

Pero lo mejor (o peor, no sé) es que aún no he dicho que este artículo era para hablar de Antonioni (como el propio título indica). Vi hace unos días una página del Dominical donde escribía Coixet sobre Antonioni donde dice que sufrió una apoplejía a finales de los noventa y le privó de la capacidad de hablar y escribir. Las únicas palabras que es capaz de pronunciar son: “Sí, no, después, rápido, fuera, vamos, mañana, vino y comer”. Pues de esta manera, y con la ayuda inestimable de su mujer, Enrica y el director de cine, Wim Wenders, ha logrado dirigir dos películas de estimables resultados. La crónica del rodaje de una de ellas, MÁS ALLÁ DE LAS NUBES, constituye la materia de un libro, My time with Antonioni, escrito por Wenders. Cuenta Coixet, que el libro empieza en el Festival de Cannes de 1982 cuando Wenders filma a diversos cineastas (Spielberg, Godard, Herzog y el propio Antonioni) hablando del futuro del lenguaje cinematográfico y de la influencia que tendrá el soporte magnético en las futuras generaciones de espectadores y cineastas. El testimonio de Antonioni resulta el más lúcido y coherente; de hecho es el único que se da cuenta de las posibilidades reales del vídeo. Un año después, el director que mejor supo expresar los mecanismos por los que los seres humanos tenemos serios problemas de comunicación sufre un ataque que le deja sin palabras.

¿Conclusión? ¿Moraleja? No sé. Lo dejo como final abierto. Que cada uno saque sus propias conclusiones.

[1] Conversación telefónica ficticia, inventada por mí, aunque que cogió el móvil y se puso a hablar unos segundos es totalmente cierto. Palabrita del niño Jesús, bueno, Gabri en este caso.
[2] Perdón por usar nombres como Pelu, Ro1, Malena y Patry, pero es mi pequeño agradecimiento a estas personas que son las que más tiempo pierden conmigo hablando de cine y enseñándome tanto. O no.

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